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martes, 10 de agosto de 2010

Hijos, hijos... estos hijos de la nueva generación.

Hola, hola!!! Hay alguien ahi??? Bueno pues como no puedo ver, espero que haya alguien que me lea....jajajaja... chicas, les quiero platicar que me llego un mail con un mensaje muy cierto, el cual quiero compartir con ustedes.
Si bien es cierto, que en los ultimos años se ha incrementado el nivel de violencia entre la juventud tambien es muy cierto que el remedio lo tenemos los padres. En mis tiempos de niñez y juventud, incluso aun en mi madurez, soy incapaz de faltarle el respeto a mis padres o alguna persona mayor, pues me educaron de una manera..mmm.. digamos algo estricta, pero no tanto como para irme al extremo, mis padres siempre han sido muy rectos en lo que se refiere a educacion en todos los sentidos.. asi que hasta ahora no me permito contestarles groseramente ni faltarles al respeto pues bien sé que de algun golpe no me voy a salvar...
Ahora, como decimos "yo no quiero que  mis hijos sufran lo que yo sufrí", yo pienso que esta mentalidad es lo que ha llevado a estos jovenes de la nueva generacion a ser irrespetuosos, groseros, violentos y demás... por eso es el incremento de violencia entre nuestros adolescentes...
Volviendo al tema del mail, y que mucho tiene que ver con lo que acabo de escribir,  se los voy a compartir tal cual lo recibí, no  modifique nada...

Virtudes y Valores


Educar en el respeto
Educar al respeto es algo que inicia en casa, desde la familia.
Autor: Fernando Pascual, L.C.
Fuente: Catholic.net


Los niños y los adolescentes son un volcán de inquietudes que necesitan ser encauzadas a través del proceso formativo.
En muchos casos, los hijos reciben (alguno dirá “tenían”) una buena base educativa familiar que facilita la integración en la escuela, un sano autocontrol, una disciplina en la que el respeto hacia los demás (los coetáneos, los mayores, los más pequeños) resulta suficientemente maduro.
Pero hay otros muchos casos de niños y de adolescentes que carecen de los más mínimos modales, que muestran graves faltas de respeto hacia los demás.
Las noticias nos presentan casos extremos, quizá exagerados: un grupo de alumnos que filman a un profesor mientras se burlan de él; otros que tiran libros, cajas, incluso sillas a un compañero indefenso o débil; otros que golpean a un extranjero con violencia salvaje; otros que inundan de agua las aulas para obligar a los directores a que suspendan por uno o varios días la actividad escolar; otros que empiezan a fumar marihuana en los baños o incluso en el patio, con una desvergüenza que raya en el cinismo...
Los casos extremos son eso: casos extremos. Pero es preocupante que se den, porque seguramente son la señal de alarma de una situación que puede ser mucho más grave de lo previsto.
Notamos, en efecto, que hay muchos niños y adolescentes insensibles, fríos, incluso despectivos, hacia los mayores, o hacia los mismos compañeros (especialmente de edad inferior a la propia).
Esto es especialmente visible en la escuela. Los adultos ven cómo un grupo de muchachos ni se apartan cuando alguien quiere pasar, o no saludan, o gritan palabras vulgares para hacerse notar, o lanzan miradas altaneras, casi en señal de reto. Bromas pesadas, juegos peligrosos, algunas revistas o imágenes pornográficas, abusos del teléfono móvil, de los videojuegos o del i-pod, se han convertido en algo “normal” en escuelas donde los maestros llegan a sentir miedo de sus mismos alumnos.
Fuera de la escuela, es triste ver a muchachos que luchan por ocupar los asientos del tren o del autobús, sin ninguna señal de deferencia hacia personas ancianas o más necesitadas. O que juegan por las calles con grave riesgo de chocar y tirar a algún pasante. O que arrojan papeles y objetos al suelo sin el menor cuidado hacia la limpieza pública o el posible daño que otros puedan sufrir.
La sintomatología podría aumentarse. Ante hechos como los anteriores, no pocos maestros y especialistas se preguntan sobre la calidad de educación que esos niños y adolescentes hayan recibido en sus casas. También, es verdad, los padres de familia responden o se defienden acusando a la escuela. Lo que está claro es que ambas instituciones necesitan ayudarse, más cuando notamos que la situación, en algunos lugares, es realmente alarmante.
Hay que reconocer que la educación en el hogar tiene un valor insustituible para que el respeto se convierta en norma de vida de cada uno de los hijos, ya desde los primeros años.
Existen, gracias a Dios, muchos hogares en los que los padres saben promover una sana educación en este campo desde que los hijos son pequeños. A veces interviene el padre para corregir cualquier abuso o palabra disonante. Otras veces es la madre quien ofrece una indicación clara y la hace respetar. Los dos juntos se apoyan y se ayudan en la hermosísima tarea educativa, que da como resultado hijos capaces de autocontrol, disciplinados y, sobre todo, respetuosos.
Pero en otros casos los padres tienen cierto miedo a ser tachados de “autoritarios”. Parece como si esperasen que la educación llegase de modo espontáneo, sin dar normas, sin imponer correcciones, sin impedir pequeños abusos o caprichos que parecen “normales” y que, sin darse cuenta, pueden llegar a ser el inicio de problemas mucho más graves. O parece que desearían que la escuela asuma en solitario la tarea de formar a sus hijos, cuando los principios y reglas de conducta que más se fijan en los corazones son los recibidos en casa, desde los primeros años de vida.
Si el niño le falta al respeto a uno de los padres o al abuelo, si deja todo tirado para “otros” lo recojan, si se encierra en su habitación como si fuese un reino prohibido para sus mismos padres, si no hace el menor caso cuando le dicen que deje de jugar para iniciar el tiempo de estudio... ¿cómo no suponer que un niño así no sólo será maleducado e irrespetuoso, sino que incluso se habituará a vivir como si todos estuviesen a merced de sus caprichos?
No hay que tener miedo a ser exigentes con los hijos. Los niños pueden poner mala cara, tener momentos de tristeza o manifestar la disconformidad ante una orden. Pero si descubren que hay cariño y, sobre todo, que cada norma es para su bien, se someterán no “por la fuerza”, sino cada vez con mayor facilidad y, un día, con gratitud.
Educar al respeto es algo que inicia en casa. Desde la familia, y con el apoyo de la escuela, tendremos la dicha de encontrar más niños y adolescentes formales y respetuosos. Es decir, tendremos más corazones preparados para la vida en sociedad. Porque sabrán acoger con respeto a todos, porque serán capaces de vivir de modo armónico con los iguales y los distintos, con los grandes y los pequeños, con los sanos y los enfermos, con los que piensan lo mismo y con los que tienen ideas diferentes. ¿No vale la pena invertir a fondo en la educación para el respeto?

¡Vence el mal con el bien!



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Y bien amigas... ustedes que opinan?? Yo tengo dos hijos adolescentes, la pareja, hasta ahora los he procurado mantener dentro de una educacion como la mía, aun cuando mi esposo no esta en ocasiones de acuerdo.. No me quejo, son buenos hijos pero como todos, tienen sus virtudes y sus defectos... mi hijo es el mayor y tiene 16 años y mi hija cumple, si Dios nos lo permite, sus quince años en diciembre, ambos son altos, incluso mi hijo ya rebaso a mi esposo y mi hija le falta poquito; él mide aproximadamente 1.83 mt pero aún así de grandote no permito que me falte al respeto... si va a salir aún me tiene que pedir permiso y nosotros lo llevamos y lo vamos a recoger, incluso le digo la hora de regreso, él sabe bien que no se puede ir asi nada mas porque le puede ir mal y si hablamos de mi hija, peor aún, por ser mujer la cuido mas... esto no indica que no salgan, saben bien que mientras la confianza no se rompa ellos pueden ir a donde quieran, sus libertades la tienen pero siempre con respeto, doy gracias a Dios que aun mi hijo no tiene ningun vicio, dice que la cerveza no le gusta y menos el cigarro, obviamente, si ha probado la cerveza pero claro dice, hasta ahorita, que no le interesa, más bien, lo que a él le encanta es el deporte, la natación es en donde mejor se siente, ahorita lo estan invitando a jugar futbol americano, pero no sabe bien si va a ir o no..
Estos son mis hijos y ya mas o menos les dije como son y como se comportan... y ustedes amigas?? Como son sus hijos o nietos??? Platiquenme, diganme que les ha parecido el artículo que les compartí y de paso nos conocemos mejor no?? Y si aun no tienen hijos, pues por lo menos diganme que piensan al respecto, no les parece??
Bueno chicas, creo que esta entrada ha sido un poco larga, pero espero que provechosa... Les mando un gran beso esperando sus lindos comentarios...

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