Por lo regular siempre realizo mis trabajos para otras personas, incluso pensando en ellas.. pero para mi persona, muy poco y ahora se me antojo hacerme unas sandalias decoradas.........
Son las primeras que hago, solo vi un pequeño video de como hacerlas y de ahi me aventé yo solita a la aventura de ver como me quedaban... asi que espero que les gusten amiguitas... digo, para ser las primeras, creo que no me han salido del todo mal, o si??!!
Pasando a otras cosillas, ultimamente no la hemos pasado bien con los hermanos de la Iglesia... y no lo digo por cuestiones personales, sino por los últimos acontecimientos que hemos vivido.
En el post anterior, pedi una "pequeña" (que en realidad es muy grande) ayuda con sus oraciones para mis amigos Gabriel (QEPD) y sobre todo, por Lupita.. bueno, pues este lamentable suceso ocurrió el miércoles. La misa fue el viernes, que por cierto, estuvo preciosa y vino un Padre que es muy, muy apreciado en la comunidad a dar su homilía especialmente para Gaby y les habló precioso a su familia...
Al término de la misa, la verdad de tanto dolor y llanto acumulado, salí con un poco de dolor de cabeza.. y por la noche, acompañamos a otro hermanito a los 9 días del fallecimiento de su papi.
Así que imaginense, hemos vivido los últimos días con un poco de pesar..
Y no sé si llamarlo coincidencias de la vida, o llamarlo de otra forma, o no sé ya de plano.. pues recibí un correo con una reflexión que habla de momentos tan duros como estos..
No cabe duda que Dios nos habla de muchas maneras, yo así lo veo, pues cuando tuve (y todavía tengo) mis problemillas de los que les platique por lo que me ausente del blog mucho tiempo, también recibí de la misma página otro correo con una hermosa reflexión que en su momento también les compartí...
Así, que ahora les voy a compartir estas bellas palabras y espero que a alguien más les sirva en momentos tan dificiles como estos.
Saber decir ... ¡adiós!
Renunciación, olvido de uno mismo y oración por el que se va. Un abrazo y si se puede... una sonrisa.
Autor: María Esther de Ariño
Fuente: Catholic.net
Cuando hay un dolor profundo, el corazón pesa. Se siente su abatimiento y es como si una enorme losa nos aplastara el pecho. Con esa sensación mortificante y amarga el dolor sube hasta nuestros labios y se convierte en oración:
"Tú lo sabes Señor, lo sabes mejor que nosotros porque Tú conoces a la perfección el corazón de los hombres. Y Tú sabes lo adolorido que está este pobre corazón porque tiene que decir adiós".
Decir adiós es una cosa y saber decir adiós es otra. Decir adiós es abandonarse a ese dolor que tiene sabor a muerte.
Decir adiós es sumergirse en esa profunda pena que nos brota del corazón y se asoma a nuestros ojos convertida en lágrimas.
Decir adiós es quedarse con un hueco en el pecho... es levantar la mano en señal de despedida y darnos cuenta que es el aire, lo único que acarició nuestra piel.
Es volver a casa y ver tantas y tantas cosas del ser amado y junto a esas cosas, un sitio vacío. Es llorar, desesperarse, vivir en la tristeza de un recuerdo.
¡Decir adiós es tan triste y hay muchos adioses en nuestras vidas! El adiós al ser querido que se nos adelantó, el adiós de las madres a sus hijos en países en guerra, el adiós a quién amamos y se aleja del hogar... el adiós que se le da a la tierra que nos vio nacer...
¿Cómo lograremos saber decir adiós, dónde encontraremos una forma diferente para que este adiós nos sea más soportable?
Para saber decir adiós nos ayudaremos con el recuerdo o más bien con la meditación de cómo debió de ser el adiós entre María y su hijo Jesús. A mí en lo personal me gusta pensar que fue después de una comida. Nada nos dicen los Evangelio de estas escenas, ya que fueron escritos después, bastante tiempo después. Jesús vivió tres años fuera de su hogar dedicado a su misión de predicar.
Solos estaban ya la Madre y el Hijo puesto que ya habían dado el adiós a José tiempo atrás. Comida de despedida, de miradas llenas de ternura, de silencios cargados de amor más que de frases. La madre solícita y tierna y al mismo tiempo firme y serena. El Hijo empezando a sentir el primer dolor con un adiós para ir al encuentro de la Redención de la Humanidad.
La tarde es calurosa y el camino polvoriento. Por él van un hombre y una mujer. Una madre y un hijo que se despiden, que tienen que decirse adiós...
Y yo creo que María acompañó a Jesús hasta el final del sendero donde el hijo tomaría el camino definitivo. Nada sabemos de lo que hablaron, nada sabemos de lo que se dijeron... pero tuvo que ser un adiós de inconmensurable grandeza y amor. También de dolor. Dolor que se hace incienso y sube hasta el Padre Eterno.
Otra vez en los labios de María el SÍ y en los de Jesús el primer sorbo del amargo cáliz que beberá hasta la última gota. Pero serenos y firmes, llenos de amor el uno por el otro, cumpliendo, aceptando en sus corazones la Voluntad del Altísimo: Saben como hay que decir adiós.
Así nosotros, con este ejemplo de despedida hemos de saber decir adiós. Renunciación, olvido de uno mismo y oración por el que se va. Un abrazo, corazón con corazón y si se puede... una sonrisa.
Y nuestra oración termina así:
"Señor, sabes que me duele el corazón pero Tú me vas a enseñar a "saber decir adiós".
Amigas, les agradezco mucho las bellas palabras de consuelo que me han dejado en el post anterior y si todavía están leyendo estas líneas, se los agradezco doblemente pues sé que esta publicación está un "poco" extensa y todavía me estan aguantando...jaja...
Pero ya!!! Me despido deseandoles un feliz y agradable dominguito, a prepararnos para el corredero de la rutina diaria ; aunque a decir verdad, aquí mañana todavía vamos a disfrutar de otro dia festivo.. para mis niños, pero para mi esposo, no lo es pues labora, aunque sea medio día y tengo que levantarme tempranito...
Les mando muchos besos y les deseo miles de bendiciones
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