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lunes, 26 de julio de 2010

Hola amiguitas!!! El dia de hoy, les quiero mostrar una pequeña lectura que acabo de leer... cuando vengo a la pc, lo primero que hago es revisar mi email y hoy me llego este correo que me gusto mucho y que quisiera compartir con ustedes... lo voy a transcribir asi como me ha llegado, sin cambiarle ni una coma ni un punto.. espero que les guste...

Glorias de papel



Los triunfos y aplausos se desvanecen, como cenizas dispersadas por el viento, mientras que en el cielo están los famosos que escogieron la mejor parte.


Autor: P. Fernando Pascual LC
Fuente: Catholic.net




La fama atrae. Ser conocido, ser apreciado, ser acogido, influye profundamente en el corazón de cada ser humano.
Luego, tras la muerte, algunos se convierten en personajes famosos, con estatuas, con biógrafos, con novelas, con calles y diccionarios que recuerdan lo que hicieron, lo que dijeron, lo que pensaron.

Junto a los famosos (héroes, políticos, líderes populares, militares, pensadores, artistas, escritores, filósofos, deportistas, científicos), existen millones y millones de seres humanos, sin reconocimientos, sin historia, sin fama.
El alma queda sobrecogida cuando pasea por cementerios en los que fosas comunes recogen decenas o centenares de cadáveres de personas del pasado, sin nombres, sin fechas, sin reconocimientos. Pero cada uno de esos hombres y mujeres, enterrados sin gloria (sin mármol, sin flores) tienen su pequeña historia, vivieron y murieron en tiempos y en lugares concretos, caminaron sobre nuestros suelos y avanzaron hacia lo eterno.
Los biógrafos y los estudiosos olvidan muchas veces a esos millones de muertos anónimos, mientras buscan reconocer e “inmortalizar” a los “grandes”, a los famosos. Pero existe el riesgo de olvidar que las glorias de muchos hombres y mujeres son frágiles, son pobres, son incluso engañosas, sin esa última palabra que se escribe tras la muerte: la eternidad.
Porque de nada sirven glorias de papel si un corazón no ha sabido amar ni ha podido perdonar a sus semejantes. En el Reino de los cielos los parámetros de juicio son muy diferentes a los nuestros, y la entrada tiene condiciones estrictas que se satisfacen con algo mucho más importante que la fama.

Por eso, lo único que realmente importa en la vida es tomar el Evangelio, descubrir un Amor que puede vencer el mal, pedir perdón por los propios pecados, confiar en la misericordia, y reemprender el trabajo sereno, humilde, que nos hace hombres y mujeres buenos.
Los demás triunfos y aplausos se desvanecen, como cenizas dispersadas por el viento, mientras que el cielo está poblado por hombres, famosos o sin fama, que escogieron la mejor parte, que aceptaron ser lavados por la Sangre del Cordero.

A mi en lo personal, me gusto mucho lo que dice el artículo, pues muchas veces es muy cierto.. queremos el reconocimiento de nuestros familiares, vecinos, amigos, maestros, compañeros de trabajo, etc... y olvidamos el reconocimiento mayor, ese reconocimiento que nos va a llevar a la paz y la gloria eterna, ese reconocimiento es el único que realmente debe importarnos... el reconocimiento de nuestro Padre Celestial...
Si les gustó el artículo les dejo el enlace aquí para que lo visiten y se den un paseito por la pagina, verán que hay cosas muy interesantes y que en muchas ocasiones desconocemos.
Que tengan un hermoso y provechoso dia...
























 

1 comentario:

  1. Mirian, pasaba a saludarte y muy buena la reflexción. Desde SALTA , UN BESO graciela

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